martes, 6 de noviembre de 2007

NUEVA SALA DE ESTUDIO CAMPUS ORIENTE

La caminata desde el patio central al frontis del campus ya no es la misma. Nadie puede obviar el hecho de mirar una nueva sala, reluciente y colorida que siempre está iluminada, y últimamente, siempre ocupada. Se trata de la nueva sala de estudio del Campus Oriente, que pretende suplir la utopía perdida de lo que alguna vez fue la pecera.

La gestión de esta sala ha sido una ardua labor de la Consejera Territorial en conjunto con Administración y con la Dirección de Infraestructura de la Universidad; hoy es una realidad.

Lo novedoso de esta sala es su administración; los estudiantes. No hay guardias ni barreras en la entrada, no hay profesores ni administrativos poniendo orden, no hay cámaras de video o restricciones del Rector; aquí los encargados somos todos nosotros. Es por esto que debemos velar por su cuidado y buen uso, ya que los únicos perjudicados seríamos nosotros en caso de su pérdida.

Es necesario que incorporemos ciertas reglas de convivencia, impuestas en consenso por los Centros de Estudiantes, y una mejor comprensión de su sentido para que podamos compartirla mejor.


De partida la idea es no fumar (por legislación nacional y respeto a los demás – los fumadores entendemos todos, espero). Segundo, no tomar alcohol ni consumir drogas en su interior (está prohibido en toda la Universidad, por lo tanto en nuestra sala también). Si bien la idea es que no se trate de un lugar destinado solo al estudio, sino una sala amena para descansar, estar y recrearse, lo ideal sería que no se convirtiera en un central de carretes constantes.

Luego, el no ingerir ningún tipo de comestible o bebestible es por la lógica del orden. La sala llegaría a quedar muy sucia si todos la ocupáramos como casino: la basura no se botaría, los alimentos se derramarían y la sala quedaría pasada a comida, convirtiéndolo en un chiquero. Se entiende que si te estás comiendo una galleta o tomándote un café nadie llegará a echarte o sumariarte pero, en el afán de que siempre esté limpia, preferimos prohibir el consumo en su interior.

De esto último llegamos al siguiente punto: botar la basura y mantener el orden. Es lógico, ¿no? O sea, no dejar sucio y, si mueves las mesas o sillas, dejarlas en su lugar al terminar; regla básica de respeto.

También está el respeto a la infraestructura. Por favor tratemos de cuidar las sillas, mesas y sillones: son nuevos. No las rompamos, no las tiremos, no nos paremos arriba de ellas. Si seguimos con este comportamiento se van a echar a perder muy luego. Asimismo, enfatizo a todos (y a los actores en particular) de que los muebles no pueden ser sacados de la sala, por muy perfectos que sean para su trabajo. También las revistas al interior de la sala son para ser leídas, no robadas. No sean flaites! – se llevaron todas las Paloma Paltas. Eran para referencia, para leer en ratos libres… demuestre su educación.


Y por último llegamos al tema más conflictivo: el sentido y fin último de la sala. Cuando se concibió la idea de una sala de estudio, se pensó en un lugar más libre que las salas de clases, más ruidosa que la biblioteca, más calentita que el patio y más acogedor para los estudiantes. Era un lugar donde no se tenía que pedir hora ni permiso, estaba permitido entrar con mochila y sin credencial y donde no existieran los mismos límites que todos conocemos. Al decir respetar el espacio de los demás, nos referimos a que nadie es dueño de la sala; todo Oriente podría estar metido adentro al mismo tiempo. Tampoco debiesen haber restricciones de actividades: leer, navegar por Internet, estudiar, conversar, discutir, ensayar, pintar, hacer trabajos, reírse, dormir, tocar música, bailar, etc. Es el único lugar compartido donde podemos hablar en voz alta. Para leer en silencio está la biblioteca. Todos podemos ocupar la sala. Obviamente se entiende que hay un respeto base hacia los compañeros, que hacer un ruido estruendoso sobre el sonido de los demás, se pueda interpretar como una falta de respeto. Todos podemos hablar, con tal de que nos escuchemos todos. Tampoco existe una actividad obligatoria: se puede estar en la sala sólo para conversar o jugosear con los amigos, para reír, para descansar, para dormir, para coquetear, para cantar, etc. Por favor, no nos pongamos más restricciones dictatoriales de los que ya vivimos a diario. Convirtamos la sala de estudio de nuevo en la utopía de la comunidad, de la libertad para todos. Todos juntos compartiendo, respetando y conviviendo.

En fin, espero de corazón de que verdaderamente se aproveche al máximo la sala de estudio (estamos trabajando ahora para tratar de extender los horarios de uso). Y sobre todo, que no haya mala onda, ni irritación; respeto, nada más. Pero eso significa que TODOS debemos respetarnos: los ruidosos a los que leen en silencio y los silenciosos a los que necesitan alzar la voz. Aquí las reglas las ponemos nosotros, si lo utilizamos bien, se nos darán más libertades, y si lo destruimos o malgastamos se arruinará todo.

Ojalá lo disfruten tanto como yo y que sirva como legado para todos los estudiantes que pasen por Campus Oriente.

Llena de amor, se despide,


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Rebeca Díaz H.
Consejera Territorial Oriente
rtdiaz1@uc.cl